martes, 14 de octubre de 2014

Japón - Hawaii

Mi primer viaje en solitario fue a Asia y en concreto a Japón, país delicioso como pocos, no sólo por su gastronomía (para mí, exquisita), sino por sus educadas gentes y elevado nivel de vida. Ofrece unos contrastes desbordantes para los viajeros occidentales ya que combina una milenaria cultura oriental con toda la modernidad que un país del primer mundo occidental puede ofrecer. Desde las islas de Hokkaido hasta Kyushu, pasando por Honshu, la isla donde se halla Tokyo, me resultó un país imprescindible al que, y aquí me mojo en decidir, no me importaría en absoluto volver, y es que ese monte Fuji, el ramen (sopa), el fugu (pez globo), la carne de Kobe, los rotemburus (aguas termales naturales)o el shinkansen (tren bala) bien valen una segunda vuelta! Y, como luego será recurrente en todos mis viajes, combiné este periplo con una semana en Hawaii, paraíso tropical espectacular pero no tanto (o no sólo) por las playas, sino también por albergar el impresionante Parque Nacional de los Volcanes, con un espectacular volcán vivo, uno de los más grandes del mundo, o el deslumbrante Cañón de Waimea para algunos comparable con el Cañón del Colorado (en mi opinión el primero es el hermano pequeño del Gran Canyon).


Las míticas playas hawaianas

El cañón de Waimea, en la Isla de Kauai, es para muchos similar en grandeza al Grand Canyon del Colorado.


En Big Island (o Isla de Hawai) está el P:N: Volcanes más espectacular que haya visto jamás, y no digo ya, conducir por la Saddle Road rodeada de lava hasta donde alcanza la mirada.



Por desgracia, el día que subí el Monte Fuji no fue, precisamente, tan soleado como el de esta foto...



Sushi y sashimi, delicias de la gastronomía japonesa.

El torii de Miyajima, isla situada enfrente de Hirosima, es espectacular especialmente cuando lo cubre la marea, como en la foto.