domingo, 26 de octubre de 2014

Nueva Zelanda - Fiji

Decidí ir al fin del Mundo con la curiosidad natural de saber que no se puede llegar más lejos desde España. Llegar hasta las Antípodas se traduce en un viaje laaargo pero excitante. Una vez allí, la sensación que se tiene es la estar en el fin del Mundo, rodeado por el Océano y dejado de la mano de Dios, con un viento avasallador y, en ocasiones, con un frío intenso (no olvidemos que estas Islas están relativamente cerca del Polo Sur),todo lo cual, me hizo sentir verdaderamente lejos de todo. Esta sensación es especialmente intensa en la Isla Sur, donde la sensación de soledad se ve incrementada, no sólo por la abrumadora belleza natural de la Isla que conforma una sinfonía natural única en el mundo de la mano de glaciares, fiordos, cordilleras vertiginosas, fauna marina e impresionantes litorales, sino también por el conocimiento de saber, y constatar, que la inmensa mayoría de la población allí existente son ¡ovejas!, en clara mayoría respecto al número de personas. Como complemento a las espectaculares islas kiwis, un paseo por la belleza tropical de otras islas, las Fiji, (aunque su disfrute dependerá de lo abultado del bolsillo), alivió la sed de calorcito y las ganas de tomar el sol, en unos parajes realmente exóticos tanto por su vegetación y playas como por sus asombrosos fondos marinos.


Los maories son el pueblo indígena de Nueva Zelanda

Todo un símbolo neozelandés, aunque encontrarse con el huidizo y tímido pájaro kiwi es  realmente difícil.




Milford Sound es el más famoso fiordo neozelandés; su belleza emociona.

El glaciar Franz Josef es uno de los más impresionantes de la Isla Sur

Bluff es el cabo más meridional de Nueva Zelanda




Fascinante Fiji